De la misma manera que nuestra sociedad patriarcal ha condicionado a las mujeres para vivir la sexualidad de una manera concreta (ser objeto sexual y no sujeto sexual, ser pasiva y no activa, no tener iniciativa, no disfrutar o no disfrutarla mucho…) también a los hombres se les exige vivirla de otras formas concretas.
La forma en la que un hombre “debe ser” en la relación sexual genera mucha
presión. Tiene que estar siempre dispuesto, tener SIEMPRE buenas erecciones
(mucho tiempo y mucha dureza), saber dirigir la experiencia sexual, proporcionar placer, etc. Este modelo patriarcal, que dice cómo debe o no debe ser un hombre sexualmente, nos afecta mucho como individuos y como sociedad ya que construye unos referentes y unos modelos, en este caso sexuales, muy difíciles de cumplir.